Escribe: Zelmira Pinazo. Aprodeh Apurímac.
El 8 de marzo de cada año, es una fecha que conmemora la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades en todo el mundo. Pero también es un momento para concientizar sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en todo el mundo. Y recordar qué tipo de desafíos encontramos en territorio peruano, como en los territorios andinos.
Entonces, es vital recordar que en el Perú la ley dice que las mujeres tienen derecho a una vida libre de violencia de género. Sin embargo, la mujer comienza a sufrir acoso aproximadamente a los 10 años de edad. Lamentablemente es una de las violencias más comunes en el país. El Día Internacional de la Mujer recuerda que las niñas y adolescentes tienen derecho a vivir tranquilas y seguras sin ser acosadas o abusadas.
Se debe recordar que sigue existiendo desigualdad de oportunidades de desarrollo entre mujeres y varones, como es la brecha en el acceso a la educación. No todas las mujeres pueden asistir a una educación superior porque en su mayoría, se mantienen al deber de los cuidados del hogar. En el cual, la mujer peruana trabaja hasta 75 horas a la semana en los quehaceres domésticos. Y aunque otras mujeres logran obtener un título profesional, las estadísticas al cierre del 2023, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática señalan que el ingreso promedio por trabajo de una mujer en el Perú es de S/73 por cada S/100 que recibe un hombre. Es decir, la disparidad salarial ronda el 25% en promedio nacional.
En el marco del Día Internacional de la Mujer se quiere evidenciar que las mujeres sufren más violencia solo por su condición de género. En lo que va del 2024 se han registrado al menos 17 feminicidios a nivel nacional, de los cuales 1 feminicidio ocurrió recientemente en Abancay, Apurímac, en el mes de febrero. Estas cifras son alarmantes, porque es un riesgo que podría pasarle a cualquier mujer. Y demuestran que todavía hay demasiado que trabajar para combatir la violencia hacia las mujeres, y que el Estado peruano debe abordar políticas de género desde la prevención para garantizar que las mujeres y diversidades tengan una vida libre de violencia en cada territorio.
Con ello también se debe recordar que un Estado tiene el deber de garantizar la protección de los derechos de sus ciudadanos y no permitir la vulneración de ellos. Actualmente el 90% de los peruanos y peruanas desaprueban el Congreso del Perú. Y el 73% quiere que la presidenta Dina Boluarte renuncie. Porque si se habla de derechos, se recordará a los 7 apurimeños asesinados entre las 60 vidas que fueron arrebatadas en este gobierno de la apurimeña: Dina Boluarte. Bajo su mandato se cometieron delitos contra los derechos humanos y corrió sangre, racismo y clasismo. Por lo que, si bien es la primera presidenta del Perú, su gobernabilidad es ilegítima y se le recordará por estos atentados contra los derechos humanos.
Apurímac es una sociedad conservadora con altos índices de machismo. Por eso, por el Día Internacional de la Mujer, en Abancay se quiso abordar mensajes que respeten a las niñas, mujeres y diversidades en territorio urbano y rural. Para ello se impulsó colectivamente el Festival 8M “Nuestra lucha se escucha” como un espacio seguro para respaldar a las compañeras y colectivas que sostienen agendas por los derechos de las mujeres y diversidades. Este festival también buscó visibilizar la importancia de brindar oportunidades a las mujeres para que aporten en diversos espacios laborales, políticos, sociales, económicos o culturales.
Entonces se invitó a artistas femeninas y bandas que consideran una cuota de género en su agrupación para brindarles este espacio para su expresión artística. En este festival, también participaron productoras agroecológicas y emprendedoras locales, porque se considera importante dinamizar la autonomía económica de las mujeres. Y también se acompañó a la vocería de las colectivas y activistas feministas para comunicar que las niñas, mujeres y diversidades son una comunidad vulnerable. Pero no para victimizarlas, sino para visibilizar que la violencia de género es transversal en la cotidianidad, por lo que se debe tomar acción al respecto, y soltar la indiferencia.
Además, se elaboraron y difundieron volantes informativos sobre la violencia de género, que desglosaba textualmente las relaciones de poder que se expresan en las prácticas patriarcales en la esfera pública y privada. Cabe señalar que asistieron aproximadamente 200 personas y se identificó la disrupción en gran parte del público espectador, mientras que otras personas asimilaron la información y acciones de género que se compartieron en el espacio.
Queda claro que el camino es largo para la construcción de una sociedad más justa y que el feminismo, como práctica política, incomoda con sus demandas al estatus quo que ha normalizado la violencia hacia las mujeres y diversidades. El movimiento feminista incomoda porque evidencia las relaciones disparejas de poder entre los hombres y las mujeres y sus diversidades no hegemónicas.
Las mujeres que han venido cuestionando el sistema patriarcal hallan una colectividad de resistencia para combatir la opresión y dominación falo-centrista, porque quieren luchar por sus derechos y la autonomía de sus cuerpos. Prefieren no quedarse calladas y resisten a los comentarios misóginos y a las actitudes y prácticas machistas que pretenden minimizarlas y ofenderlas. Entienden que ese sistema patriarcal atraviesa a todas las personas de diferentes maneras en los espacios públicos y privados y con jerarquías de opresión y abuso de poder. Por eso es que se aborda este gran problema desde la valentía de alzar sus voces, movilizarse y posicionar sus demandas ante la sociedad. Por eso, el 8 de marzo representa una oportunidad para entender, reivindicar e involucrarse en la lucha de mujeres y sus diversidades.